La abundancia se sustenta en una rueda cíclica de dar y recibir que nunca acaba. Y lo cierto es que nacemos recibiendo, ya que lo primero que recibimos al llegar a este mundo es la vida. Ésta llega de parte de nuestra madre, la cual es el vehículo y canal a través del cual llegamos a este plano recibiendo.
Luego, al pasar el tiempo y vivir nuestra infancia, recibimos los cuidados, tiempo y dedicación de nuestros padres, su sustento, protección y nutrición emocional. Después de años de recibir, nos toca la siguiente vuelta de la rueda que es devolver. Y que normalmente hacemos ese devolver a la vida misma: entregando lo que tenemos, en nuestras relaciones interpersonales como amistades, pareja, trabajo, la familia que nosotros armamos.
Sin embargo, existen casos en los que lo entregado por la familia se desvirtúa y se transforma en culpa y deuda: padres que nos hacen sentir desde pequeños que lo que nos dieron debe ser devuelto pero a ellos mismos, no a la vida. Y nos atan a ellos con una cadena que puede terminar siendo eterna y que a nivel inconsciente dejan la certeza de que estamos en deuda.
La mente inconsciente hace representaciones a través de símbolos, pero la consciencia es literal, por lo tanto el simbolismo profundo de una deuda para nuestra consciencia puede significar literalmente buscar sin darnos cuenta la forma de endeudarnos económicamente o vivir siempre justos de dinero.
¿Por qué? Porque sentimos que está mal recibir, que somos unos aprovechadores en caso de hacerlo, que estamos estafando si nos pagan. Y sintomáticamente sentimos vergüenza de cobrar, vergüenza de vender, vergüenza de pedir un aumento de sueldo, vergüenza de armar un negocio porque quién nos va a comprar a nosotros? Si no estamos para recibir pues estamos en deuda.
Esto también se puede traducir en bloqueos en otros aspectos que no necesariamente son económicos. Personas que por ejemplo me dicen “no entiendo por qué no puedo encontrar una pareja estable”, “por qué si quiero armar una familia no lo logro” y recién secundariamente se dan cuenta que ya sienten que tienen pareja e hijos. Esta pareja puede ser la propia madre a la cual se dedican igual que si de un matrimonio se tratara y los hijos pueden ser los padres a los cuales les dan y hacen todo tal como si fueran unos niños chiquitos. Este fenómeno se llama paternalización.
Algunas personas fueron atadas conscientemente por padres que les dijeron en forma literal “ahora te toca devolverme lo que te di en la infancia”, pero otras lo fueron de forma inconsciente por madres muy vulnerables que transmitían sin darse cuenta la información de “no soy capaz de sobrevivir por mi misma”, encadenando al hijo o la hija transformándolos en anclas o bastones.
Nunca olvides que el dinero que recibimos es la compensación a nuestro buen dar.
Y no podrás dar al mundo si en tu inconsciente se grabó el mandato de que toda tu energía tiene que ser de devolución a tus padres, pues esto último te limita.
Supongo que a estas alturas te estarás preguntando ¿pero cómo me libero de esta limitación?
En última instancia, entras en la rueda de la abundancia, es decir, en el ciclo de dar y recibir cuando te sientes capaz de tomar a tus padres con lo que ellos te dieron, con lo que aprendiste de su persona. Pero ojo que esto no significa idealizarlos sino más bien todo lo contrario, ya que acepto en la medida que veo los hechos como son, no como quiero que sean. Aquí se incluye la integración de la sombra: eso que juzgo que ellos hicieron mal para aprender de eso, trabajarlo en mi o ver cómo quizás me fui al otro polo para resistirme a esa información.
Tomar a los padres tampoco significa no poder ponerles límites ni obligarte a soportar cosas que no te hacen bien. Significa simplemente aceptar la realidad de los hechos. Ellos son así y acepto el aprendizaje que me entregaron desde sus virtudes y también puedo aprender de sus defectos y tomar decisiones en mi para equilibrar esto.
Dar y recibir por lo tanto están finalmente relacionados con el agradecimiento. Agradezco lo que recibo pero esto no significa que esté en deuda. Significa que gracias a lo que recibí de ti, hoy soy capaz de entregar a la vida lo que me diste, en una versión trabajada y mejorada, capaz de a su vez seguir recibiendo de los demás en una energía de apertura y amor indondicional.